Destrucción de la Capa de ozono
Uno de los problemas ambientales de los que escuchamos hablar con mayor frecuencia es el de la destrucción de la capa de ozono. Sabemos que hay un agujero de ozono sobre la Antártida y que ello es perjudicial para nuestro planeta, y que nosotros, los seres humanos, alimentamos su crecimiento con la contaminación y la emisión de los llamados gases de invernadero.
Una parte del deterioro de la capa de ozono es un proceso natural de desgaste, la otra parte es directamente culpa de la actividad humana.
Desde las últimas décadas del siglo XX los científicos se han dedicado más fuertemente a los estudios ambientales, y han descubierto lo que se conoce como «agujero de la capa de ozono», una región de la atmósfera terrestre donde la densidad de la ozonósfera se reduce drásticamente.
A pesar de que la mayor parte de las emisiones contaminantes se producen en el hemisferio norte del planeta, dado que es donde están los países más urbanizados e industrializados, el agujero de la capa de ozono se encuentra sobre la región de la Antártida, en el hemisferio sur.
Por mucho tiempo esto fue un verdadero misterio para los científicos, pero finalmente descubrieron que se debe a que en esa región se dan las condiciones para la formación de un tipo particular de nubes en la estratósfera.
El agujero de ozono se produce por la emisión desmedida de clorofluorocarbonos(CFCs) —por ejemplo aerosoles o refrigerantes industriales— y fungicidas del suelo, los cuales son capaces de destruir la ozonosfera 50 veces más rápido que los CFCs.
Consecuencias de la destrucción del ozono
El efecto de la disminución del ozono sobre la superficie terrestre es el aumento de los niveles de radiación ultravioleta-B. Este tipo de radiación UV-B daña a los seres humanos, animales y plantas. Los incrementos en la radiación UV-B han sido observados no sólo bajo el agujero de ozono en la Antártida sino en otros sitios como los Alpes (Europa) y Canadá (América del Norte).
1. Efectos en la salud humana.
1.1 Cáncer de piel.
Hoy se estima que los índices de cáncer de piel aumentaron debido a la disminución del ozono estratosférico. El tipo más común de cáncer de piel, el denominado no-melanoma, es causa de las exposiciones a la radiación UV-B durante varios años.
Existen ya personas que han recibido la dosis de UV-B que puede provocar este tipo de cáncer. Se calcula que entre 1979 y 1993 este tipo de dosis de UV-B se incrementó en un 8,9 por ciento en los 55° latitud Norte (aproximadamente a la altura de Copenhague y Moscú); 11,1 por ciento a los 45° latitud Norte (Venecia y Montreal); y 9,8 por ciento a los 35° latitud Norte (Chipre, Tokio y Menphis). El promedio entre los 55° y los 35° latitud Norte fue del 10 por ciento y se estima que los incrementos fueron mayores en el hemisferio sur.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) pronostica que a una tasa anual de 10 por ciento de pérdida de ozono durante varias décadas, el aumento en casos de cáncer de piel rondará los 250.000 por año. Incluso teniendo en cuenta los acuerdos actuales para la eliminación de sustancias que agotan la capa de ozono (SAO), un modelo realista indicaría que el cáncer de piel aumentaría a un 25 por ciento por encima del nivel de 1980 para el año 2050, a lo largo de los 50° latitud Norte. El cáncer de piel más letal, denominado melanoma, también podría incrementar su frecuencia.
1.2 El Sistema Inmunológico
Las defensas de una persona para combatir las infecciones depende de la fortaleza de su sistema inmunológico. Se sabe que la exposición a la luz ultravioleta reduce la efectividad del sistema inmunológico, no sólo relacionándose con las infecciones a la piel sino también con aquellas verificables en otros partes del organismo.
PNUMA destaca que los efectos sobre el sistema inmunológico encierra uno de los interrogantes de mayor preocupación y A sugiere que la exposición a la radiación UV-B podría influenciar adversamente la inmunidad contra enfermedades infecciosas. Por ejemplo: leishmaniasis y malaria, e infecciones micóticas como la cándida.
La exposición a la radiación UV-B bien puede hacer que el sistema inmunológico tolere la enfermedad en lugar de combatirla. Esto podría significar la inutilidad de los programas de vacunación tanto en países industrializados como en vías de desarrollo.
2. Ecosistemas Acuáticos
La pérdida del fitoplancton, base de la cadena alimentaria marina, ha sido observada como causa del aumento de la radiación ultravioleta. Bajo el agujero de ozono en la Antártida la productividad del fitoplancton decreció entre el 6 y el 12 por ciento.
PNUMA indica que un 16 por ciento de disminución de ozono podría resultar en un 5 por ciento de pérdida de fitoplancton, lo cual significaría una pérdida de 7 millones de toneladas de pescado por año -alrededor del 7 por ciento de la producción pesquera mundial. El 30 por ciento del consumo humano de proteínas proviene del mar, esta proporción aumenta aún más en los países en vías de desarrollo.
3. Ecosistemas Terrestres
3.1 Animales
Para algunas especies, un aumento de radiación UV-B implica la formación de cáncer de piel. Esto se ha estudiado en cabras, vacas, gatos, perros, ovejas y animales de laboratorio y probablemente esté señalando que que se trata de una característica común a varias especies. Las infecciones en bovinos pueden agravarse con un aumento de la radiación UV-B.
3.2 Plantas
En muchas plantas la radiación UV-B puede tener los siguientes efectos adversos: alterar su forma y dañar crecimiento de plantas; reducir el crecimiento de los árboles; cambiar los tiempos de florecimiento; hacer que las plantas sean más vulnerables a las enfermedades y que produzcan sustancias tóxicas. Incluso podría haber pérdidas de biodiversidad y especies. Entre los cultivos en los que se registraron efectos negativos debido a la incidencia de la radiación UV-B figuran la soja y el arroz.
4. Contaminación del aire
Las pérdidas de ozono en la alta atmósfera hacen que los rayos UV-B incrementen los niveles de ozono en la superficie terrestre, sobre todo en áreas urbanas y suburbanas, alcanzando concentraciones potencialmente nocivas durante las primeras horas del día.
El ozono de baja altura puede causar problemas respiratorios y agravar el asma, así como también dañar a los árboles y a algunos cereales. Además, los bajos niveles de ozono contribuyen con el incremento de los problemas causados por la lluvia ácida.
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